El mundo cambió y lo que parecía ser una película de ciencia ficción ya es una realidad gracias al fuerte impulso de la tecnología. La crisis del COVID-19 agudizó la transformación digital, afectando de manera directa en la industria financiera.
Banca digital, billeteras digitales y asistentes virtuales son aquellas que, sin duda, llegaron para quedarse y triunfarán una vez que hayamos superado esta crisis.
EL FUTURO DE LA BANCA TRADICIONAL
La pandemia del coronavirus ha impulsado una transformación de nuestro ecosistema financiero. Según el World Retail Banking Report, el 48% de las empresas bancarias a nivel mundial ya han tomado la decisión de mejorar sus capacidades de innovación digital, y se espera que más de la mitad de sus clientes usen soluciones bancarias digitales en materia de pagos, tarjetas y cuentas bancarias minoristas en los próximos tres años.
Por eso, la banca tradicional, tal y como la conocemos, tendrá la misión de adaptar sus canales virtuales para garantizar estos procesos.
BILLETERAS DIGITALES
No se puede salir de casa sin la billetera. Este tradicional objeto ha sido por excelencia algo esencial en la vida de las personas. Sin embargo, el teléfono celular ha tomado el protagonismo en las últimas décadas, especialmente en las nuevas generaciones.
Así lo confirmó el estudio del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Colombia, en donde se expone que en el país existen 65 millones de líneas telefónicas móviles y, de acuerdo con el boletín trimestral de finales del 2019, en el país se crearon 28,9 millones de accesos de internet móvil, lo que representa un crecimiento del 4,1% frente al trimestre anterior.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Los asistentes virtuales están cada vez más presentes dentro de las compañías. Esta, es la simulación de procesos de inteligencia humana por parte de máquinas y sistemas informáticos que pueden ser muy beneficiosas a la hora de automatizar procesos, aumentar el rendimiento y mejorar la productividad de una empresa, entidad u organización.
A pesar de que existe el miedo de que los algoritmos podrían llegar a reemplazar a las personas, estos funcionan como un soporte, siendo capaces de optimizar la información, detectar problemas con rapidez y mejorar la experiencia del usuario.
Un ejemplo de esto son los chatbots que en 2019 registraron un crecimiento de casi un 30%, y durante la crisis del coronavirus aseguran haber observado un incremento del 90% a nivel mundial, según la empresa de asistencia virtual Zendesk.