Un conductor que acepta que conducir borracho está mal, no necesariamente dejará de hacerlo.
Jennifer Sánchez, magíster en Sicología de la Universidad Nacional, entrevistó a 260 conductores en Bogotá quienes aceptaron que está mal exceder la velocidad, usar el celular al conducir o cruzar los semáforos en rojo, entre otras conductas riesgosas, pero que continúan realizándolas.
“Que una persona evalué una conducta particular como mala, no necesariamente implica que dejará de hacerla”, explica la profesional.
A través de la psicología del tránsito se intenta identificar y comprender conductas y actitudes habituales (racionales o impulsivas) en materia de movilidad, para marcar una pauta que permita mejorar la calidad de vida de todos los usuarios de las vías.
En su trabajo de investigación, la sicóloga Sánchez analizó las actitudes hacia el riesgo de chocar, caerse de la moto, volcarse o atropellar a un transeúnte.
Uno de los hallazgos importantes a los que llega esta investigación es que, aunque los conductores valoran dichas conductas como “malas” o “inadecuadas”, siguen incurriendo en ellas.