Los guías son expandilleros que abandonaron la delincuencia
Entre los buenos propósitos para 2022 sería conveniente incluir este: apoyar a expandilleros del sector San José, en Villavicencio, que decidieron abandonar la delincuencia para tratar de sobrevivir con un proyecto turístico y deportivo (la caminata es en subida) que se llama Cerro de Colores.
Andrés, uno de ellos, calcula que alrededor de 600 personas visitaron durante 2021 el Cerro de Colores, entre los barrios La Salle, Colinas, Libertadores, San José y La Isla. “Es un programa de resocialización que tenemos con los pelaos de acá”.
En compañía de ellos, cualquier persona puede caminar de forma segura y tranquila por callejones y escaleras que han sido testigos mudos de enfrentamientos entre pandillas que todavía existen en el sector.
La caminata termina con baño en cualquiera de los tres pozos cercanos: La Tina, Pozo Hondo y La Nevera.
Villavicenciodiaadia.com acompañó esta semana al director de Cormacarena, Andrés Felipe García, en una caminata por el Cerro de Colores para conocer los 6 murales pintados durante un mes por jóvenes artistas de la Comuna Dos, con el patrocinio de la corporación ambiental.
Una de ellas es Camila, quien pintó un jaguar sobre la pared de una casa que recibió varios impactos de bala en alguno de los enfrentamientos entre pandillas. “Lo que hice fue apropiarme de las marcas de los disparos para producir una obra que refleja que sobre la huella de violencia nace un jaguar, que es símbolo de fortaleza. La fortaleza que han tenido los habitantes que nacieron y crecieron acá”.
Camila, habitante del sector, estudió artes plásticas en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en Bogotá.
En otro mural aparece dibujada Mamá Bertilda, fundadora y partera del barrio, quien hoy tiene más de 90 años. “Unos están vivos, otros muertos y otros en la cárcel”, comenta Andrés sobre el destino que han tenido los que como él nacieron en partos asistidos por Mamá Bertilda.
Apoyarlos es sencillo: busca en Facebook o Instagram “Parque Cerro de Colores”, los contacta y programa su caminata que no siempre tiene que ser a la vereda El Carmen. Es una forma de apoyar la paz, para no quedarse en la mera queja por la inseguridad y pretender que solo con vigilancia policial va a desaparecer ese fenómeno.