Tambaleándose suavemente en un ligero oleaje, el Mayflower 400, detiene sus motores en la bahía de Plymouth, en el suroeste de Inglaterra, y activa un hidrófono concebido para escuchar a las ballenas, sin que ningún humano le dé instrucciones. Está a punto de partir hacia otra Plymouth, la de Massachusetts, en Estados Unidos.
Capaz de tomar sus propias decisiones y navegar de forma totalmente autónoma, este pequeño barco se prepara para atravesar el Atlántico sin nadie a bordo y con la ambición de revolucionar el estudio del mar.
El océano “es la fuerza más poderosa del planeta que mitiga todo nuestro clima”, explica a la AFP Brett Phaneuf, fundador de la asociación ProMare y artífice del proyecto. Pero más del 80 % sigue sin explorar, debido a su inmensidad y los peligros que presenta.
“El mar es un entorno implacable, por lo que disponer de un barco sin personas a bordo permite a los científicos ampliar el área que pueden observar” abaratando los costes, agrega Rosie Lickorish, especialista en tecnologías emergentes de IBM, uno de los socios que se fueron sumando al proyecto desde su nacimiento hace cuatro años.
Previsto para zarpar hacia el 15 de mayo, dependiendo del tiempo y una incierta autorización de las autoridades británicas, el barco debe tardar tres semanas en reproducir el trayecto hasta Plymouth, Massachusetts, que el Mayflower original efectuó hace 400 años, en 1620, con un centenar de peregrinos a bordo.
Pese a su total autonomía, el equipo vigilará al barco las 24 horas desde Inglaterra para intervenir por control remoto en caso de peligro o ir a buscarlo si se produce un error fatal del sistema.