En los últimos años, los campesinos que viven en la vereda Pío XXII en el municipio de Guamal han tenido que vender sus gallinas, el ganado y todo lo que se pueda llevar las aguas del río Guamal.
Esta situación los tiene al borde del desespero, pues, ni la alcaldía ni Cormacarena, ni nadie, les da una luz de esperanza para solucionar esa problemática.
“Es preocupante que no podamos dormir tranquilos, que hayamos vendido todo, porque cada inundación nos genera daños. Esto no pasaba nunca. No sabemos qué ha pasado”: señala una propietaria de una finca.
Mientras tanto, la gente dice que sí no se para bolas al río Guamal, puede ser crónica de una tragedia anunciada.