La bebé, de 18 meses, murió tras una caída de diez pisos. Salvatore Anello fue imputado en Puerto Rico, pero su dolor es tan grande que no le importa.
La pequeña Chloe disfrutaba de unas vacaciones familiares cuando la tragedia tocó a su puerta. Sin querer, su abuelo la dejó caer por una ventana del crucero en el que vacacionaban, que había atracado en Puerto Rico. Cayó 45 metros de altura.
“La vi caer. La vi caer todo el trayecto hacia abajo”, dice su abuelo.
Salvatore Anello fue acusado por la justicia puertorriqueña de homicidio involuntario y podría enfrentar una pena de tres años de cárcel.
“La levanté e intenté ponerla sobre la barandilla. Yo estaba tratando de tocar el vidrio, pero no lo alcanzaba y me incliné más para que ella pudiera alcanzarlo también”, explica.
Pero la ventana estaba abierta y aunque estas tienen un color, él no se percató. La fatalidad se conjuró pues Anello está médicamente diagnosticado como daltónico.
“Ella era una niña tan hermosa, una niña perfecta”, explicó.
En medio de la entrevista con CBS, Anello se quebró. “No sé qué decir, no sé qué decir”, solloza.
Aunque la familia pidió no presentar cargos contra el abuelo, los fiscales puertorriqueños lo hicieron al considerar que su actuar fue imprudente.
En este punto, a él lo que ocurra con la justicia no le importa, el castigo ya lo está viviendo.
“Si me encuentran culpable o no es intrascendente, porque lo que ya sucedió es tan horrible”, se lamenta.
Los padres de la niña demandarán a la empresa de cruceros, pues consideran que debió existir una señal más clara que alertara del peligro.
Cortesía: Noticias Caracol