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Experto aseguró que «El diseño elevado sí fue una decisión política, no técnica»

El ingeniero Armando Ardila sugirió mitigar los efectos del metro elevado con infraestructura verde, para evitar un posible deterioro en áreas circundantes.

 

El metro elevado de Bogotá, cuya construcción ya supera el 50% de avance, continúa siendo objeto de controversia en la capital colombiana.

Según el ingeniero Armando Ardila, experto en estructuración de proyectos de infraestructura, la decisión de optar por un diseño elevado en lugar de uno subterráneo respondió a criterios políticos y no técnicos.

Ardila analizó las implicaciones de esta elección y ofreció detalles sobre los estudios realizados por la Sociedad Colombiana de Ingenieros (SCI), que evaluaron las alternativas para el sistema de transporte masivo.

De acuerdo con Ardila, el proyecto de metro subterráneo, planteado durante la administración del entonces alcalde Gustavo Petro, alcanzó un nivel de desarrollo denominado ingeniería básica avanzada, una etapa previa a la ingeniería de detalle.

Sin embargo, la llegada de una nueva administración cambió el rumbo del proyecto, optando por un diseño elevado que, según el experto, no responde a las necesidades urbanísticas de una ciudad con alta densidad poblacional como Bogotá. Esto significaba que el proyecto estaba listo para pasar a la fase de contratación.

El ingeniero Ardila explicó que, a nivel mundial, las líneas de metro en zonas urbanas densamente pobladas suelen ser subterráneas debido a la competencia por el espacio en la superficie.

En su opinión, la decisión de cambiar el diseño subterráneo por uno elevado fue “puramente política” y careció de sustento técnico.

El diseño subterráneo permite liberar el espacio en la superficie para otros usos, mientras que el elevado puede generar impactos negativos en el entorno urbano, como el deterioro de las áreas circundantes.